Ventanas en el Espacio

VENTANAS EN EL ESPACIO

Pobreza y programas de asistencia en la pandemia junio 30, 2021

Filed under: Artículos periodísticos de los miércoles — rosarioespinal @ 10:23 am

Rosario Espinal

Artículo publicado el miércoles 30 de junio de 2021 en el periódico HOY

El reciente informe Panorama Social de América Latina 2020 de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) muestra las precariedades de la estructura social latinoamericana, caracterizada por el alto porcentaje de la población que vive con bajos ingresos.

En las últimas dos décadas permaneció prácticamente invariable el porcentaje de personas que vive en extrema pobreza, pasó de 12.2% a 11.3% de 2002 a 2019. Disminuyó significativamente el segmento en pobreza no extrema de 33.2% a 19.1% (buena noticia), pero el grupo de ingresos bajos por encima de la pobreza se mantuvo prácticamente igual en ese período, alrededor de 25%. El segmento con ingreso medio-bajo aumentó de 14.4% a 20.4% y con ingreso medio-intermedio de 9.5% a 16.2% (también buena noticia); sin embargo, el segmento con ingreso medio-alto solo aumentó de 3.1% a 4.6% y de ingreso alto de 2.2% a 3.1% (p.65).

Esto significa que para el 2019, alrededor del 55% de la población latinoamericana vivía en algún nivel de pobreza o solo ligeramente por encima de la pobreza, mientras apenas un 7.7% correspondía a los estratos de ingresos medio-alto y alto.

Al dividir la población por quintiles para el 2019, el 20% más rico de la población captó la mitad del ingreso total, tanto en la región en su conjunto como en la República Dominicana, mientras el 40% más pobre captó menos del 20% del ingreso (p.70).

En esta estructura social, la pandemia se hizo sentir rápidamente con aumento en los niveles de pobreza de 2019 a 2020.

Para la región, se estima que la pobreza no extrema aumentó de 30.5% a 37.2% de 2019 a 2020, aunque los programas de asistencia monetarios instituidos en la pandemia lograron contener el aumento y bajarlo a 33.7%. La pobreza extrema aumentó de 11.3% a 15.8%, y los programas de asistencia lograron bajarlo a 12.5% (p.73). O sea, los programas de asistencia monetarios instituidos en la pandemia contribuyeron a contener el desborde de la pobreza.

El retiro de esos programas plantea ahora el dilema de subsistencia para los sectores más pobres y deja abierta la interrogante del destino de las capas medias más vulnerables que, aunque no reciban asistencia pública directa, se nutren del bienestar general de la sociedad.

El supuesto optimista es que la recuperación económica restablecerá el relativo bienestar de la prepandemia, pero, como muestran los datos, aunque la pobreza se había reducido en los años previos y los grupos de ingresos medios habían crecido, quedaban sumidos en la vulnerabilidad.

Esa pobreza y vulnerabilidad persistente han limitado el bienestar económico de mucha gente desde antes de la pandemia y han venido erosionando la confianza en el sistema democrático. El mismo informe Panorama Social de América Latina 2020 dedica un capítulo al análisis del malestar social en la región y muestra algunos datos.

El porcentaje de personas que considera que la distribución del ingreso es injusta o muy injusta creció para toda la región de 73% a 83% de 2013 a 2018. En Venezuela y Ecuador se registraron los mayores aumentos, y en la República Dominicana subió de 73% a 82% (p.230).

El apoyo a la idea de que la democracia, aunque tiene problemas es el mejor sistema de gobierno ha disminuido en toda la región, pasando de 79% a 63% de 2013 a 2018, y en la República Dominicana de 83% a 62% (p.236).

Vivimos en tiempos difíciles y fluidos, y es temprano para saber el efecto completo de la pandemia en la economía y la política de América Latina.

 

La pobreza de oportunidades junio 23, 2021

Filed under: Artículos periodísticos de los miércoles — rosarioespinal @ 12:47 pm

Rosario Espinal

Artículo publicado el miércoles 23 de junio de 2021 en el periódico HOY

Hace unos días vi en un chat de WhatsApp el anuncio de una empresa que buscaba un licenciado en contabilidad con experiencia mínima de dos años y varios requisitos más. Después de leerlos todos vi la oferta de salario: de 30 a 35 mil pesos mensuales. Poco para todo lo que pedían.

Antes había leído un artículo periodístico sobre los bajos salarios en la República Dominicana. En el sector formal de la economía, solo el 11% de los trabajadores gana más de 50,000 pesos mensuales, la mayoría de esos en el sector público, y alrededor del 48% gana menos de 15,000 pesos (Lilian Tejeda, Listín Diario, 6 de junio 2021). A esa precaria estructura salarial hay que agregar el estimado de que alrededor del 55% de los trabajadores dominicanos se encuentra en la informalidad.

Estos datos evidencian la pobreza de oportunidades económicas para la mayoría en la República Dominicana.

Los efectos de una precaria estructura salarial son diversos, entre ellos, baja capacidad de consumo, escasa movilidad social, deseo de emigrar y dependencia del Estado para obtener mejores empleos y beneficios. Son todas expresiones de un capitalismo subdesarrollado fundamentado en la sobreexplotación de la mano de obra.

El aumento de la clase media en tiempos de crecimiento económico y los flujos migratorios de dominicanos han servido para moderar los constreñimientos que resultan de una economía de bajos salarios. Muchos hogares dominicanos complementan su precario ingreso con subsidios que envían los familiares del exterior.

La República Dominicana se caracteriza también por las vastas desigualdades. Para ilustrar, en el 2019, el 20% más rico de los dominicanos (pertenecientes a lo que se llama el quintil V) captó el 49% del ingreso total del país, mientras el 40% más pobre (quintiles I y II) solo captó el 16% del ingreso (Panorama Social de América Latina, CEPAL, 2020, p.70).

La riqueza que produce un país se distribuye fundamentalmente de dos maneras: a través del salario y beneficios conexos que paga el empleador, y a través de la inversión social del gobierno.

Ya vimos que la estructura salarial es precaria en la República Dominicana: la inmensa mayoría de los empleados en el sector formal gana menos de 50,000 pesos mensuales, y más de la mitad de la fuerza laboral se encuentra en la informalidad.

La inversión social del gobierno dominicano, siempre precaria, aumentó en la última década, sobre todo por el 4% del PIB que se destina a la educación desde 2013, pero se ha mantenido por debajo de los países de la región. En el 2019, los países con mayor inversión social del gobierno central en la región, como porciento del PIB, fueron Uruguay (17.7%), Brasil (17.6%) y Chile (17.1%), y con menor Guatemala (7.9%), Honduras (7.8%) y República Dominicana (7.7%) (Panorama Social de América Latina. CEPAL, 2020, p.162).

Desde antes de la pandemia, iba en aumento la opinión de la ciudadanía en muchos países latinoamericanos de que la distribución del ingreso es injusta. Ahora, con las precariedades que ha profundizado la pandemia, ha de esperarse mayor descontento.

La República Dominicana vivió un largo período de crecimiento económico con escasa redistribución de la riqueza por los bajos salarios y la baja inversión social que prevalecieron. Ahora la pandemia impone nuevos retos para solventar déficits acumulados en medio de mayores precariedades económicas.

En pocos meses el Gobierno tendrá que definir con hechos su política económica y sabremos mejor hacia dónde irán los niveles de pobreza y las desigualdades.

Enlace al periódico HOY: https://hoy.com.do/la-pobreza-de-oportunidades/

 

Populismo caudillista en América Latina junio 16, 2021

Filed under: Artículos periodísticos de los miércoles — rosarioespinal @ 3:40 pm

Rosario Espinal

Artículo publicado el miércoles 16 de enero de 2021 en el periódico HOY

La transición política en la República Dominicana de 1978 marcó el inicio de la ola de transiciones a la democracia electoral que vivió América Latina en la década de 1980. El caso dominicano fue especial porque la transición no conllevó el derrocamiento de una dictadura militar, sino la derrota electoral de un presidente civil autoritario (Joaquín Balaguer). En el resto de la región las transiciones fueron de gobiernos militares a civiles.

A la transición dominicana le siguió la de Ecuador en 1979 y Perú en 1980, y así sucesivamente hasta que finalmente cayó Pinochet en Chile en 1989 y terminaron las guerras centroamericanas. Entre temores y aprehensiones, se abrió la esperanza de que a la región le esperaban tiempos mejores de democracia y desarrollo económico.

Mientras eso ocurría, en Venezuela, uno de los pocos países donde había prevalecido la democracia electoral desde la década de 1960, comenzaron a quebrarse las bases del sistema político. El bipartidismo colapsó y Hugo Chávez ascendió al poder en 1999. O sea, mientras las dictaduras militares de derecha cayeron una tras otra en los años 80, en Venezuela surgió vía electoral un gobierno encabezado por un ex militar que se proclamó representante del socialismo del Siglo XXI.

Chávez inauguró una nueva etapa del populismo caudillista en América Latina y utilizó ampliamente el electoralismo plebiscitario para afianzar su poder. En una sociedad de grandes riquezas y desigualdades, usó amplios recursos para gestar apoyo de los sectores populares con programas de vivienda, salud y educación, y con su excéntrica retórica demarcó los linderos de su proyecto político. Al ser exmilitar, articuló además un fuerte apoyo de las fuerzas militares que, al presente, son un sostén clave del chavismo.

El populismo caudillista no se detuvo en Venezuela. Otras figuras destacadas fueron Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador, también alineados con el llamado socialismo del Siglo XXI. En común tuvieron no solo la fuerza del liderazgo carismático, sino también la movilización de los sectores populares para gestar bases electorales que sustentaran sus proyectos políticos.

Los Kirshner y Lula son también parte en esta corriente, aunque sin trastocar profundamente las bases del poder económico tradicional como sí hicieron Chávez, Evo y Correa. Más tarde llegó en México Andrés Manuel López Obrador con una retórica similar, pero agenda de transformación más limitada y el ícono del fenómeno en Centroamérica: Nayib Bukele en El Salvador. Pedro Castillo en Perú es la última revelación.

Vale aclarar que populismo no es sinónimo de programas sociales, tampoco de promesas electorales populares. El populismo es una articulación política que interpela y moviliza a los sectores populares en contraposición a las élites dominantes. Por eso generalmente se asocia a políticos con un discurso de izquierda o socialista, aunque no es exclusivo de ellos. Existe también el populismo de derecha o conservador que interpela al pueblo con un discurso de ley, orden y tradición contra las élites liberales (el caso de Jair Bolsonaro en Brasil).

Todos los países de América Latina donde ha surgido el populismo caudillista, sea de izquierda o derecha (o como se quiera llamar porque no son productos ideológicos puros) carecen de un sistema de partidos políticos sólido. Y es que, ante la falta de partidos sustanciosos, el caudillo carismático se convierte en el ente articulador del poder y necesita movilizar votantes.

La República Dominicana nunca ha vivido la experiencia del populismo caudillista, pero la debilidad actual del sistema de partidos abre esa posibilidad a futuro si no se produce un refortalecimiento partidario en los próximos años.

Enlace al periódico HOY: https://hoy.com.do/populismo-caudillista-en-america-latina/

 

Delincuencia y toque de queda junio 9, 2021

Filed under: Artículos periodísticos de los miércoles — rosarioespinal @ 1:26 pm

Rosario Espinal

Artículo publicado el miércoles 9 de junio de 2021 en el periódico HOY

La magnitud de los problemas que trajo el COVID-19 y la presencia policial y militar en las calles para hacer cumplir el toque de queda, hizo que, en el 2020, el problema de la delincuencia callejera pasara a un segundo plano en la atención nacional y gubernamental.

La política oficial de mantener el toque de queda durante lo que va de 2021 ha permitido también ciertos controles, porque, aunque la delincuencia no solo opera de noche, el toque de queda saca de circulación en horas nocturnas a los delincuentes. Y si hay agentes policiales vinculados a la delincuencia quedan inhabilitados; de actuar, serían los principales sospechosos durante horas de restricción.

Pero el toque de queda no podrá mantenerse indefinidamente. En algún momento la pandemia cederá y habrá que volver a la normalidad sin restricciones de horarios para los negocios y la circulación.

En la República Dominicana siempre ha habido escasez de datos sobre la magnitud de la delincuencia callejera; muchas personas no reportan los incidentes a la Policía por la desconfianza en los agentes.

Para tener una idea aproximada de la magnitud del problema y captar el sentir de la ciudadanía se han utilizado fundamentalmente encuestas de opinión pública que indagan sobre experiencias directas con actos delincuenciales y la percepción al respecto.  

Los datos del Barómetro de las Américas muestran que de 2010 a 2019 se produjo un aumento significativo de 17% a 26% de personas que dijeron haber sido víctima de un acto delincuencial en los 12 meses anteriores a la encuesta. En este indicador, la República Dominicana se colocó en 2019 en una posición intermedia en la región.

Las personas más propensas a indicar que fueron víctimas de un acto delincuencial fueron las de mayor riqueza, las más jóvenes y residentes de las zonas urbanas.

Esa realidad vivida, junto a la difusión en los medios y redes sobre actos delincuenciales, se tradujo en un aumento en la percepción de inseguridad. En 2010, el 18% de los entrevistados en la mencionada encuesta dijo sentirse muy inseguro en el barrio donde vivía, mientras para el 2019 así lo consideró el 33%. Además, la República Dominicana registró el porcentaje más alto de la región en ese indicador en el 2019.

Para 2020, y lo que va de 2021, no contamos con datos de encuestas comparativas que muestren la situación específica en medio de la pandemia, pero ha de esperarse que tan pronto se elimine completamente el toque de queda y desaparezca el patrullaje policial con ese propósito, se producirá un rebrote de la criminalidad por el retorno de los delincuentes al mercado de trabajo delincuencial, agravado por el aumento de la pobreza que ha traído la pandemia.

Y es que un gran flujo de personas en las calles en horas nocturnas, en medio de mayor desempleo y empobrecimiento, es terreno fértil para actividades delincuenciales.

Subir salarios a policías y militares no es camino seguro para combatir la delincuencia; ellos son parte del problema y no dejarán de serlo solo por tener mayores salarios. Tampoco es efectivo el llamado a entrega voluntaria de armas porque los delincuentes no las entregan. Esto deben tenerlo en cuenta las autoridades que inician ahora el nuevo programa “Mi País Seguro”.

Las medidas más efectivas para combatir la delincuencia callejera son: la iluminación adecuada de las calles, buen patrullaje y control de los sobornos a los policías, educación técnica efectiva y oportunidades de empleos juveniles.

Enlace al periódico HOY: https://hoy.com.do/delincuencia-y-toque-de-queda/

 

Relativa baja mortalidad por COVID-19 junio 2, 2021

Filed under: Artículos periodísticos de los miércoles — rosarioespinal @ 7:53 am

Rosario Espinal

Artículo publicado el miércoles 2 de junio de 2021 en el periódico HOY

Desde el inicio de la pandemia ha preocupado la letalidad del COVID-19 por las complicaciones pulmonares que produce. Eso llevó a medidas de confinamiento extremas para controlar el contagio en Wuhan, China. Luego, la gran cantidad de muertos en Italia y España afianzó la idea de que el virus era mortal. El pánico cundió y gran parte del mundo entró en cuarentena.

Sin duda, el virus ha afectado muchos países, pero los datos reflejan un impacto diferenciado por país en el número de muertes que ha causado.

Inicialmente, las cifras que ofrecían diariamente los gobiernos eran el número de contagiados, el número de muertos y la tasa de letalidad calculada en función de las muertes por contagiados. Esta tasa de letalidad no muestra toda la historia porque el universo real de contagiados es siempre desconocido, ya que no es posible hacer pruebas a toda la población.

Un dato importante al que originalmente se prestó menos atención fue el número de muertes en relación con la población de cada país (tasa de mortalidad). A fin de cuentas, la gente teme más a la muerte que al contagio si es benigno; además, mientras más bajo sea el número de muertes en relación con la población, menos catastrófica es la pandemia.

No es mi intención aquí minimizar el impacto del virus, pero al comparar la tasa de mortalidad por COVID-19, la República Dominicana registra una tasa menor que otros países desde los inicios de la pandemia.

Según datos del Johns Hopkins Coronavirus Center a principios de mayo 2020, la cantidad de muertes por 100 mil habitantes en la República Dominicana era 3.0, mientras en Brasil era 3.2, Ecuador 8.0, Estados Unidos 20.2, Italia 47.5 y España 53.7 (para mencionar solo algunos países). A fines de mayo 2021, era 33.7 en la República Dominicana, 117.1 Ecuador, 169.7 España, 180.7 Estados Unidos, 208.6 Italia y 216.3 Brasil.

¿Por qué estas diferencias notorias en la tasa de mortalidad? Como en la República Dominicana no hay vocación de investigación ni recursos destinados para eso, no se sabe con certeza las causas de este comportamiento del virus en tierra dominicana.

Hay varios argumentos posibles cuando se hacen comparaciones, entre ellos: el subregistro de muertes, las prácticas culturales de distanciamiento, la calidad del sistema de salud, edad de la población, variantes del virus, efectividad de los tratamientos utilizados, características inmunológicas y condiciones climáticas.

Un subregistro masivo de muertes no explica el caso dominicano porque sería imposible esconder muchas muertes. El distanciamiento social tampoco porque en la cultura dominicana prevalece la cercanía física. La calidad del sistema de salud no puede ser porque países con mejores servicios de salud han registrado muchas muertes.

Una ventaja para la República Dominicana es la población más joven. Por ejemplo, mientras en la República Dominicana la edad media de la población es 28.8 años, en España es 42.7 y en Italia 45.5. Pero en otros países de América Latina con mucha población joven como Brasil el virus ha hecho estragos.

Según datos oficiales, en la República Dominicana hay presencia de distintas variantes del virus, así que por ahí tampoco parece estar la respuesta.

Se podría aludir a tratamientos utilizados en los contagiados, y aquí hay una tarea de investigación pendiente. Igual con las características inmunológicas de la población dominicana debido al paso de otros virus o a condiciones climáticas.

Ojalá el Gobierno dominicano destine fondos para que médicos y biólogos investiguen las posibles causas de la relativa baja mortalidad registrada hasta ahora, aunque la pandemia y sus estragos no hayan terminado.

Enlace al periódico HOY: https://hoy.com.do/relativa-baja-mortalidad-por-covid-19/