Ventanas en el Espacio

VENTANAS EN EL ESPACIO

SENASA: una bomba de tiempo septiembre 30, 2020

Filed under: Artículos periodísticos de los miércoles — rosarioespinal @ 10:06 pm

Rosario Espinal

Artículo publicado el miércoles 30 de septiembre de 2020 en el periódico HOY 

El sistema de salud dominicano siempre ha sido deficiente y peor aún en el sector público. Cuando la población del país era pequeña, las clínicas privadas atendían a la diminuta clase media y alta, y los hospitales públicos aliviaban a la masa pobre.

Actualmente, con una población de alrededor de 10 millones de habitantes, los hospitales públicos no tienen los recursos ni el personal suficiente ni adecuado para dar respuesta a las demandas de servicios. La remodelación reciente de muchos hospitales fue un paso importante, pero caótico e insuficiente. La inversión en salud todavía no alcanza el 2% del PIB.

La Ley de Seguridad Social 87-01 muestra que las buenas intenciones no necesariamente llevan a buenas políticas públicas.

En el 2001 se anunció la promulgación de la Ley que estableció diversos derechos a la población dominicana, entre ellos, el Seguro Familiar de Salud en tres categorías: el contributivo donde cotiza el empleador y el empleado, el subsidiado costeado totalmente por el Estado para los pobres, y el contributivo-subsidiado esencialmente para los informales con capacidad de hacer un aporte.

En este sistema, típico de la ola de privatización que se produjo en la década de 1990 y principios de este siglo, las Administradoras de Riesgos de Salud (ARS) son las intermediarias entre cotizantes y proveedores; es decir, fungen de aseguradoras.

Tener una instancia intermedia para el lucro como son las ARS privadas encarece los servicios de salud, y de existir, debió dejarse al sector empresarial negociar directamente sus planes de seguros privados con esas entidades, y el Estado tener solo un papel regulador.

Paralelamente, el gobierno creó el Seguro Nacional de Salud (SENASA), la ARS pública, donde están asegurados muchos pobres.

Algunas preguntas ante la situación actual: ¿cuál es la razón de asegurar a los pobres en una aseguradora pública? Una entidad burocrática como SENASA encarece más los servicios de salud para el Estado. ¿Cuál es la razón de que SENASA asegure los pobres para que vayan a hospitales públicos? Con servicios públicos de salud bien gestionados sería suficiente sin intermediación de ninguna aseguradora. Y si SENASA cubre servicios privados a los asegurados subsidiados, ¿por qué no ofrecerlos en la red pública?

La única forma de ofrecer servicios de salud de calidad a la inmensa población de escasos recursos en la República Dominicana es teniendo una buena red nacional de unidades de atención primaria para la prevención y atención básica, hospitales municipales generales para intervenciones esenciales, y centros de salud regionales especializados.

A todos esos centros de salud la gente debe acudir sin ninguna tarjeta. La cédula podría bastar, pero ni siquiera, porque hay muchos pobres que no tienen cédula y hay que atender.

Supuestamente, SENASA compensaría los gastos en asegurados subsidiados con los beneficios que dejan los contributivos, pero los contributivos nunca serán suficiente para cubrir el déficit por la gran cantidad de asegurados subsidiados.

La salud es un derecho fundamental de la ciudadanía como lo es la educación y debe ser de buena calidad al menor costo posible para el Estado.

El Gobierno no tiene que carnetizar a nadie para acceder a la salud y menos indiscriminadamente. Eso encarecerá más los servicios de salud al Estado. La carnetización es para las aseguradoras privadas que cobran una cuota, incluida SENASA en la parte que opera como aseguradora privada. Para el resto de la población, los servicios de salud deben ser de libre acceso y de calidad sin requerir tarjeta.

Enlace al periódico HOY: https://hoy.com.do/senasa-una-bomba-de-tiempo/

 

Las banderitas septiembre 23, 2020

Filed under: Artículos periodísticos de los miércoles — rosarioespinal @ 11:46 am

Rosario Espinal

Artículo publicado el miércoles 23 de septiembre de 2020 en el periódico HOY 

La semana pasada se armó un reperpero mediático porque la viceministra administrativa de la presidencia, Dilia Leticia Jorge Mera, colocó en su escritorio dos banderitas que representan la comunidad LGTB y emitió un breve mensaje de apoyo al respecto. Eso fue suficiente para desatar los demonios de la discriminación que habitan en muchas personas.

Que quede claro de entrada: los homosexuales, lesbianas, transgénero y bisexuales tienen los mismos derechos humanos que el resto de la humanidad (no solo en sus hogares). ¿Cuál es la diferencia? Que son discriminados. ¿Por qué? Dizque porque son contra natura, enfermos mentales, perversos, etc., etc.

Los que así piensan usan con frecuencia a Dios para justificar sus posturas; ese Dios que tanto han manipulado los opresores a través de la historia. ¿Recuerdan la exterminación de los indígenas cruz en manos? ¿Recuerdan la esclavitud de los negros cruz en manos?

No me gusta entrar en controversias sobre Dios porque utilizar la racionalidad humana para descodificar los enredos dogmáticos de las religiones es imposible. Pero, de las interpretaciones humanas de Dios, prefiero quedarme con una: Dios es amor, no un verdugo. Y si Dios es amor, ¿por qué rechazaría personas cuyo “pecado” es tratar de ser consecuentes con sus emotividades junto a otras personas adultas que sienten igual?

Imagine usted que a personas heterosexuales las obligaran a establecer relaciones íntimas con personas de su mismo sexo, ¿cómo se sentirían?

Imagine usted que a personas heterosexuales las discriminaran desde la infancia con burlas, boches y represión, ¿cómo se sentirían?

Imagine usted que a personas heterosexuales las enviaran a terapia de conversión para que fueran homosexuales, ¿cómo se sentirían?

Lo que ocurre diariamente a los gais es que están sometidos a un sistema de represión sicológica y social constante a través de múltiples mensajes en la familia, las iglesias, los medios de comunicación, etc., mediante los cuales les remachan que son anormales, que deben ser heterosexuales; o, en el mejor de los casos, que la homosexualidad es solo para el espacio privado, que no pueden mostrar públicamente nada porque sus acciones constituyen un atentado a la decencia.

Las banderitas que colocó Dilia Leticia en su oficina del Palacio Nacional generaron un reperpero en las redes porque los homofóbicos profesionales quieren mantener toda expresión de validación LGTB excluida del radar social para que prevalezca siempre en el espacio público el discurso de rechazo, discriminación y exclusión.

Que muchas personas sean homofóbicas no valida la homofobia. Que las iglesias promuevan y reproduzcan la homofobia no las hace más santas, las mancha. Que los gobiernos establezcan leyes para perpetuar la homofobia los hace excluyentes y anti-derechos.

Ojo: si las personas homosexuales pudieran ser heterosexuales lo fueran; es siempre más fácil vivir como quieren los demás para ser aceptado. El asunto es que la homosexualidad no es una opción como escoger entre un helado de chocolate o de fresa, ni es una simple expresión de rebeldía o de confusión. Es una condición existencial nada fácil de retorcer.

Las opciones reales son reprimir esa condición con el alto costo sicológico que eso conlleva, o asumirla con el rechazo que provocan los prejuicios tan enraizados en la sociedad, y que promueven las diversas instituciones sociales: familia, gobiernos, religiones, escuelas y medios de comunicación.

Las banderitas LGTB con sus colorcitos descuadran el sistema de opresión que a rajatablas quieren siempre imponer los que dominan y oprimen. Ante eso hay que reclamar derechos.

Enlace al periódico HOY: https://hoy.com.do/las-banderitas/

 

Santiago: ¿se harán ahora las grandes obras? septiembre 16, 2020

Filed under: Artículos periodísticos de los miércoles — rosarioespinal @ 11:46 am

Rosario Espinal

Artículo publicado el miércoles 16 de septiembre de 2020 en el periódico HOY

El síndrome de segunda ciudad es siempre difícil de superar, pero con su rico historial, Santiago no estaba condenada al deterioro en que cayó en las últimas décadas.

En los años 60, el renacer de la ciudad no produjo un magnetismo que sostuviera espacios diversos de desarrollo cultural ni el empuje económico necesario. La ciudad creció en tamaño por el flujo migratorio desde pueblos y campos aledaños, pero la élite intelectual emigró o se aisló. Joaquín Balaguer integró la élite económica tradicional santiaguera a su Consejo de Desarrollo y la escuchó, pero muchos también emigraron a la capital.

En los años 70 surgió el modelo de zona franca industrial que desplazó a la vieja agroindustria santiaguera. Se crearon nuevos puestos de trabajo, en su mayoría de bajos salarios, y hubo poca cabida para emplear una creciente clase media profesional. Por su parte, la nueva élite económica santiaguera que comenzó a forjarse en los años 80 se enfocó más en enriquecerse que en gestionar el desarrollo de la ciudad con el Gobierno Central.

Así, Santiago fue creciendo acéfalo, agravado por el hecho de que el PLD, que gobernó 20 de los últimos 24 años, nunca tuvo raíces fuertes en la ciudad. Santiago fue siempre una ciudad de balagueristas y perredeístas. Joaquín Balaguer hizo las principales obras públicas de la ciudad, y los tres presidentes del PRD, todos de Santiago (Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco e Hipólito Mejía) invirtieron poco en grandes obras.

Con escasa incidencia política en los gobiernos peledeístas, la ciudad quedó en manos de alcaldes de la oposición, hasta que llegó Abel Martínez, aupado por la ola de votos a favor del PLD en las elecciones de 2016.

En su gestión ha enfrentado adecuadamente algunos de los problemas que perturbaban a los santiagueros: la recogida de basura, el ordenamiento municipal, y el embellecimiento de los barrios con murales que reaniman la vida cultural y económica. Por eso pudo reelegirse en el 2020 a pesar de la ola electoral en contra del PLD.

Pero los problemas que enfrenta Santiago trascienden la gestión municipal y ameritan de una intervención significativa del Gobierno Central. Me referiré a dos en particular para que no suene como una lista de atosigamiento: la infraestructura vial y la salud.

Santiago ha tenido un importante crecimiento poblacional en las últimas décadas, pero el crecimiento urbano ha sido impulsado por el sector privado sin la planificación vial adecuada. Hay pocas vías expresas, pocos túneles y elevados, y muchas calles pequeñas para el flujo vehicular. Por ejemplo, hace 20 o 25 años debió construirse una gran avenida por la calle Bartolomé Colón que conectara Gurabo y la Av. Estrella Sadhalá con el centro de la ciudad. Nunca se hizo.

Santiago necesita ya una estructura vial en consonancia con su crecimiento y un servicio eficiente de transporte urbano de autobuses.

Santiago necesita también una gran plaza sanitaria pública fuera del centro de la ciudad. El Hospital José María Cabral y Báez es pequeño para las necesidades de la ciudad y la región.

El presidente Luis Abinader clama su origen santiaguero y la vicepresidenta es santiaguera. Ojalá lleguen ahora las grandes obras en este tiempo en que no abunda el dinero y la competencia por recursos será mayor.

Antes de construir la Autopista del Ámbar, hay que invertir en el Gran Santiago para que tenga la infraestructura vial y de servicios públicos que demanda una población que sobrepasa el millón de habitantes.

Enlace al periódico HOY: https://hoy.com.do/santiago-se-haran-ahora-las-grandes-obras/

 

El país necesita expresidentes septiembre 9, 2020

Filed under: Artículos periodísticos de los miércoles — rosarioespinal @ 1:10 pm

Rosario Espinal

Artículo publicado el miércoles 9 de septiembre de 2020 en el periódico HOY

Rafael Trujillo llegó al poder en 1930 y dominó el país hasta que lo ajusticiaron en 1961. En ese largo período utilizó presidentes títeres, pero él era el poder en el trono y detrás del trono.

Joaquín Balaguer, uno de los presidentes títere de Trujillo, se postuló en 1966. Gobernó 12 años corridos, hasta que perdió en 1978 cuando no pudo hacer un fraude electoral completo.

Antonio Guzmán llegó al poder en 1978 y se suicidó en julio de 1982, acosado por denuncias de corrupción de sectores en su propio partido.

Salvador Jorge Blanco gobernó de 1982 a 1986. En el PRD de aquel entonces era impensable repostularse, aunque la Constitución lo permitía. Entregó y fue perseguido por Balaguer. Quedó en el ostracismo político.

Después de la debacle electoral del PRD de 1986, José F. Peña Gómez se hizo cargo del partido: se postuló en 1990, 1994 y 1996. No pudo llegar al poder por la brutal oposición de Balaguer. Murió en 1998 sin llegar a la presidencia, a pesar de haber sido el principal líder de masas del país.

Juan Bosch inició su presidencia en 1962 y lo derrocaron en 1963. Pasó muchos años intentando volver a ser presidente. Su último intento fue, ya en edad avanzada. en 1994.

Balaguer nunca tiró la toalla. El declive electoral del PRD en 1986 abrió las puertas para volver al poder. Ahí estuvo hasta 1996. En el interín, hubo escándalos de fraude electoral en 1990 y en 1994. Bajo fuerte presión internacional tuvo que salir del ring en 1996. Volvió a postularse sin éxito en el 2000 y falleció en el 2002.

Hipólito Mejía gobernó del 2000 al 2004. Modificó la Constitución para repostularse, pero las dificultades económicas de 2003-2004 impidieron su reelección. A pesar de haber salido del poder con bajos números, volvió como candidato presidencial en el 2012 y perdió; también perdió la nominación del PRM en el 2016 y 2020.

Leonel Fernández llegó a la presidencia en 1996. La suerte le favoreció nuevamente en el 2004 ante la crisis económica de aquel año. También le favoreció que Hipólito había modificado la Constitución en 2002 para postularse consecutivamente en el 2008. Así, Fernández gobernó hasta el 2012. Cambió la Constitución en el 2010 y estableció nuevamente la reelección no consecutiva para poder repostularse en el futuro. Lo intentó sin éxitos para las elecciones de 2016, y luego, en el 2019 salió del PLD disgustado por el conflicto en las primarias. En el 2020 presentó su candidatura en su nuevo partido.

Danilo Medina llegó al poder en el 2012. Modificó la Constitución para repostularse de manera consecutiva en el 2016. Consideró modificarla nuevamente para repostularse en el 2020, pero no lo hizo por la razón que fuera (Pompeo, falta de votos en el congreso, etc.). Ahora está constitucionalmente inhabilitado para volver; por eso, al momento, es el único expresidente real. Tanto Hipólito Mejía como Leonel Fernández están habilitados para intentarlo de nuevo, aunque por edad, Mejía probablemente no lo haga más.

La República Dominicana necesita expresidentes que se dediquen a colaborar con el país y con sus partidos sin intención de competir nueva vez electoralmente; expresidentes que entiendan que hay otras formas de participar y contribuir.

Una condición para la renovación democrática de los partidos políticos dominicanos es enfrentar y superar el caudillismo. Los partidos no deben ser propiedad de nadie, ni perpetuar aspiraciones de nadie. Los partidos son espacios para la articulación de propuestas políticas que conciten apoyo popular.

Enlace al periódico HOY: https://hoy.com.do/el-pais-necesita-expresidentes/

 

Declive de los partidos políticos septiembre 2, 2020

Filed under: Artículos periodísticos de los miércoles — rosarioespinal @ 3:41 pm

Rosario Espinal

Artículo publicado el miércoles 2 de septiembre de 2020 en el periódico HOY

La transición democrática que se produjo en la República Dominicana en 1978 inició la ola de aperturas políticas que se expandió por toda América Latina en la década de 1980. En el contexto regional, fue una transición discreta, porque, a diferencia de las otras transiciones latinoamericanas, la dominicana se produjo desde un gobierno civil autoritario, no militar (el de los 12 años de Joaquín Balaguer de 1966-1978).

A pesar de la escasa atención que recibió la transición dominicana de 1978 a nivel internacional, vale resaltar que la República Dominicana registra la democracia electoral más antigua de la última ola de aperturas en la región, y es de las pocas donde el sistema de partidos aún no ha colapsado totalmente. Este logro no es desdeñable en una región caracterizada por tantos vaivenes políticos. La democracia electoral dominicana se ha mantenido por 42 años en medio de limitaciones.

Su durabilidad es positiva, aunque muchos así no lo crean, porque la inestabilidad política extrema genera, con frecuencia, más pérdidas que ganancias.

No obstante, la democracia electoral dominicana enfrenta actualmente serios problemas y riesgos que derivan de tres fenómenos que han plagado históricamente la política dominicana: el caudillismo, el clientelismo y la corrupción.

La transición pactada por la clase política en 1978, sin firma ni ceremonia, puso un sello a la modalidad politica que ha caracterizado en las décadas subsiguientes las relaciones políticas: la corrupción e impunidad con algunas escaramuzas que prueben lo contrario, porque, al final, muchos villanos se convierten en víctimas en el debate mediático.

Hasta el año 2000, la democracia electoral dominicana descansó en un sistema de partidos estable, con un fuerte liderazgo, forjado en torno a sus tres líderes históricos (Balaguer, Bosch y Peña Gómez). Primero, el sistema operó como bipartidista, luego, en la década de 1990, como tripartidista, y ya en el Siglo 21, con un partido dominante (el PLD hasta las elecciones de 2020).

A diferencia del pasado, cuando la corrupción y el clientelismo selectivo eran suficientes para gobernar (así lo hizo Balaguer), en las últimas dos décadas ha habido mayores demandas de redistribución de recursos a diversos sectores. De ahí que el Estado Dominicano, siempre corrupto y clientelar, haya devenido también en asistencial.

En la actualidad, el sistema de partidos ha entrado en una fase crítica de declive con el colapso electoral del PRSC y del PRD, el desgaste y división del PLD desde el poder, y la escasa articulación del PRM como organización partidaria ahora en el poder.

Las encuestas de cultura política realizadas en los últimos años muestran una caída significativa en los niveles de simpatía partidaria y de confianza de la ciudadanía en las instituciones públicas y los partidos políticos. Agregado ahora que en las elecciones de 2020 se registró una participación electoral mucho menor que en años anteriores. Queda pendiente saber si fue producto exclusivamente de la pandemia, o si refleja la desidentificación de la ciudadanía con los partidos.

Hoy, el adelgazamiento del sistema partidario presenta serios retos al sistema político dominicano. No hay una crisis sistémica, pero hay elementos claves para producirla: a la debilidad actual del sistema de partidos se une la crisis sanitaria y económica que restringe la actividad productiva, y, por tanto, las posibilidades de bienestar de la población.

Los partidos políticos dominicanos, grandes y pequeños, son feudos clientelares que se nutren de recursos públicos, y la lucha intra- e inter-partidaria refleja la competencia entre grupos políticos y económicos por el control y manejo de esos recursos. No hay siquiera matices ideológicos.

Enlace al periódico HOY: https://hoy.com.do/declive-de-los-partidos-politicos/