Ventanas en el Espacio

VENTANAS EN EL ESPACIO

Decir lo bueno septiembre 27, 2017

Filed under: Artículos periodísticos de los miércoles — rosarioespinal @ 8:49 am

Rosario Espinal

Artículo publicado el miércoles 27 de septiembre de 2017 en el periódico HOY 

Con frecuencia no expresamos en su justa dimensión lo positivo que nos rodea; no apreciamos lo suficiente a nuestros familiares y amistades, ni las maravillas de la naturaleza. A veces, cuando enfrentamos la pérdida de alguien, aparecen los buenos recuerdos que en vida no fueron reconocidos; y es tarde para enmendar, para decir lo bueno que no fue dicho.

Igual nos pasa con la sociedad en general. Se ha vuelto pandémico criticar el país donde se vive, cualquiera que sea el país. Son más las quejas que las satisfacciones, aún entre las personas que tienen mucho.

En la República Dominicana, para ser específicos, valorar lo positivo se ha vuelto políticamente incorrecto. Si se hace, se tilda inmediatamente a esa persona de acrítica o de gobiernista. Criticar todo suena más valiente, más audaz.

Vivimos por tanto en una espiral descendente. No quejarse se considera un signo de cooptación, o de ignorancia en el mejor de los casos. La queja es el signo de estos tiempos.

Hemos perdido pues la capacidad de identificar lo positivo. Decir lo bueno parece inapropiado, entreguista, inaceptable. No se compadece con la inteligencia que debemos tener. La queja se ha elevado a categoría de prestancia.

Nada mejor para comprobarlo que los medios de comunicación y las redes sociales. Durante las 24 horas del día ahí se vomita la queja, de algo, de alguien. Y no es que no existan múltiples razones para quejarse; las hay. Pero los medios y las redes parecen puro teatro de negatividad.

Así las cosas, es muy difícil construir una sociedad mejorable. La queja es el ingrediente reinante. La crítica, desprovista de responsabilidad social, desprovista de un justo balance entre lo bueno y lo malo, nos desanima.

Para forjar una sociedad mejor hay que identificar lo que está bien y construir a partir de ahí lo mejor. La queja es solo útil en tanto permite señalar lo que está mal para superarlo, pero no puede convertirse en el modus vivendi de los opinantes, en una pose; y, sobre todo, no puede opacar lo positivo que siempre existe en cualquier situación.

La queja pandémica tampoco permite encontrar soluciones, porque la esencia de ese estado psíquico es ver lo negativo. “Este país no sirve”, “aquí no funciona nada”, “hay que irse de aquí” son todas expresiones derivadas de la prevalencia de la queja sobre cualquier otra condición o estado, sobre la posibilidad de construir lo positivo.

Hay muchos problemas que nadie debe negar. No verlos sería una irresponsabilidad ciudadana. Pero después de identificarlos, la única manera de superarlos es encontrando los puntos positivos para, a partir de ahí, forjar los cambios. Machacando lo negativo no se construye lo positivo.

Para mejorar este país hace falta una mejor gestión gubernamental, indiscutiblemente; pero también hace falta una ciudadanía con el deseo y el convencimiento de que es posible mejorar. Exigir no es simplemente un estado de queja; es señalar un problema, identificar la solución, y luchar para lograrla.

La queja que no busca la solución desencanta. La queja por la queja hunde. Para superar los problemas de este país, primero, hay que creer en la posibilidad de cambiar; segundo, hay que creer en los cimientos positivos y decir lo bueno; tercero, hay que llenarse de energía para enfrentar obstáculos y resolverlos.

Si aprendemos a valorar lo positivo y a gritarlo a viva voz, la vida sería más satisfactoria y más alegre, pero, sobre todo, estaríamos en mejores condiciones de encontrar soluciones a los tantos problemas que aquejan.

Enlace al periódico HOY: http://hoy.com.do/decir-lo-bueno/

 

PRSC, un peldaño más abajo septiembre 20, 2017

Filed under: Artículos periodísticos de los miércoles — rosarioespinal @ 7:36 am

Rosario Espinal

Artículo publicado el miércoles 20 de septiembre de 2017 en el periódico HOY

Joaquín Balaguer murió en el año 2002. En las últimas elecciones presidenciales en que participó (las del 2000), obtuvo 25% de los votos. En las elecciones de 2004, ya sin Balaguer, el PRSC solo obtuvo 8%, y en las de 2016, un 5.6%. Como resultado, el PRSC tiene actualmente una escasa representación en el Congreso y los municipios.

Balaguer fue un caudillo neto, sin él se hundiría el partido; así lo creían él y sus devotos.

En las únicas elecciones donde no fue candidato (en 1996), se lo impidió una Constitución diseñada para sacarlo del poder. Balaguer no apoyó el candidato de su partido, el también fenecido Jacinto Peynado. Esa fue señal clarísima de que Balaguer se iría a la tumba sin escoger sucesor, dejando el Partido Reformista a la deriva-.

Desde el 2004, el PRSC se ha disminuido constantemente. Pequeñas facciones se han enfrentado y dividido, sobre todo, en cada coyuntura electoral. Unos se enganchan con los que se perfilan ganadores y otros con el partido que ofrece más nominaciones. Y en cada elección trabajan para no caer por debajo del codiciado 5% de los votos que garantiza en partes iguales, el acceso al 80% de los recursos públicos destinados a financiar los partidos. Lo de partes iguales lo aprobó el PLD y el PRD para beneficiar al PRSC en su agonía.

Desde el pacto conocido como el “Frente Patriótico” de 1996, que buscó impedir el ascenso de José Francisco Peña Gómez a la presidencia, el principal beneficiario de un reformismo a la deriva ha sido el PLD. La mayoría de los reformistas que han salido de la estructura dirigente han pasado al gobernante PLD. Su adicción a los beneficios del Estado es la guía. El PLD, por su parte, que carecía de masa votante para ganar elecciones, se fortaleció con el voto reformista.

En la actualidad, el PRSC enfrenta otro proceso de división. Sus principales dirigentes luchan por la franquicia que tantos beneficios ha otorgado a quienes la controlan. Es un peldaño más hacia abajo en el descenso reformista.

Sin unidad, es imposible que el PRSC se recomponga para competir electoralmente, y la unidad es dificilísima porque ya fuera del poder, el objetivo es lograr beneficios para sus principales dirigentes y activistas.

Al pasar el tiempo, el PRSC se ha quedado con pocos votos, y aún menos simpatizantes. Para el electorado joven, Balaguer no representa ni siquiera un recuerdo, y ningún dirigente reformista ha logrado destacarse a nivel nacional en los últimos 15 años. Lo que sí han demostrado los dirigentes reformistas es tener una gran capacidad de seguir ordeñando el Estado, por vía directa o indirecta.

Los partidos políticos dominicanos deben verse en el espejo del PRSC. La corrupción, el clientelismo y el caudillismo acaban eventualmente con los partidos.

El PRD entró en la misma pendiente divisionista por el control de la dirección del aparato partidario. Como resultado, el PRD solo obtuvo 5.9% de los votos en el nivel presidencial en las elecciones de 2016, comparado con casi 48% en las elecciones de 2012. Sus votantes no emigraron al PLD, sino al nuevo PRM, y así el perredeísmo ha logrado mantener una parte importante de sus electores. Pero el PRM está también atrapado en el caudillismo destructivo. Hipólito Mejía anunció que está en la calle del medio llueve, truene o ventee.

El PLD, aunque permanece formalmente unido, padece los efectos de la confrontación entre sus dos caudillos: Danilo Medina y Leonel Fernández. Los efectos más significativos de los conflictos están aún por verse. Manténgase en sintonía.

Enlace al periódico HOY: http://hoy.com.do/prsc-un-peldano-mas-abajo/

 

¡Gracias, Odebrecht! septiembre 13, 2017

Filed under: Artículos periodísticos de los miércoles — rosarioespinal @ 11:57 pm

Rosario Espinal

 Artículo publicado el miércoles 13 de septiembre de 2017 en el periódico HOY

Hasta en este país de corrupción sistémica y endémica, profunda y burlesca, donde todos los partidos (grandes y pequeños) han patrocinado la corrupción desde el Gobierno, Odebrecht no salió ilesa; y no fue por los sobornos, ¡oh no!, fue por el monopolio que irritó a los Estados Unidos.

En este país, ubicado en el mismo trayecto del sol, como dijo el poeta, donde el calor no da tregua, cada gobierno tiene sus expedientes, su lista de corruptos cuando la cosa se aprieta; pero todo pasa, todos se protegen.

Odebrecht fue hueso duro de roer porque vino de Nueva York y Brasil.

Una vez explotó, se interrogó y se encartaron 14. Pero aún no se sabe exactamente quiénes fueron sobornados, por quién, ni por cuánto. Algún día aparecerá un reporte del Ministerio Público mal instrumentado.

Por el momento nadie es culpable. No porque lo diga un juez, ni la sala penal, ni porque el juez de instrucción cambiara de opinión sobre las medidas de coerción. Se dijo en los medios de comunicación. Los encartados, se ha repetido hasta el hartazgo, son personas con arraigo, no representan peligro de fuga, merecen estar en sus casas. ¿Ha escuchado usted alguna vez tanta defensa de los pobres en prisión preventiva?

¡Gracias, Odebrecht! Vemos que aquí hay muchos “defensores públicos” de los ricos. Unos días en Najayo fue suficiente para reivindicar mediáticamente y judicialmente a los encartados.

Si usted espera que la indignación social traiga la revolución ética, no enloquezca, cójalo despacito.

No están todos los que son, no son todos los que están, los que están no son, los que son no están… Es un rap.

La lista de perjuicios de la corrupción es bien conocida. Es un robo, una injusticia; con ese dinero se hubieran construido escuela y hospitales, contratado médicos y maestros, reforestado el país y organizado el tránsito. Pero ¡ah!, también hay muchos beneficiarios de la corrupción, por todos lados, dispuestos a mantener el sistema intacto.

Con el escándalo, los políticos se asustaron un poco, solo un poco. Muchos tienen su expediente, y la única forma de seguir enriqueciéndose es todos encubriéndose. De vez en cuando, si alguien va brevemente a Najayo, es una ligera penitencia por tantos pecados.

Los empresarios aprendieron que si se pasan de contentos se les aprieta el juego. Ellos también llevan su lista de negocios sucios.

Los dirigentes verdes aprenderán que la dispersión de demandas no conduce al triunfo. Que un movimiento social, para ser exitoso, debe mantenerse enfocado en reivindicaciones concretas y viables en un momento determinado, y que la pretendida osadía en las demandas se convierte eventualmente en fracasos, porque el Estado es difícil de vencer por un movimiento social.

Y si el objetivo es transformar totalmente el Estado, el movimiento Marcha Verde tiene entonces que trascenderse a sí mismo, para convertirse en opción de poder compitiendo electoralmente. El Estado no se desploma porque se pida en manifiestos.

En esta época que no es de zafra electoral y abunda el aburrimiento político, Odebrecht tuvo convocatoria de telenovela brasileña. Y digo tuvo, porque los encartados han sido todos liberados sin grandes protestas. En muchos programas los defendieron, los jueces los liberaron, y la dirigencia de Marcha Verde enfiló sus cañones para otros lados cuando los encartados estuvieron en Najayo. Todos han allanado el camino al Ministerio Público para que poco suceda.

Con el mea culpa internacional, Odebrecht va camino a renovar contratos; y son tan gandidos, que dizque piden más dinero. Tal vez haya más sobornos en camino para funcionarios y legisladores dominicanos.

Enlace al periódico HOY: http://hoy.com.do/gracias-odebrecht/

 

Malograda septiembre 6, 2017

Filed under: Artículos periodísticos de los miércoles — rosarioespinal @ 4:24 pm

Rosario Espinal

Artículo publicado el miércoles 6 de septiembre de 2017 en el periódico HOY

Atardeció lloviendo y la humedad asqueaba el ambiente. Todo era insoportable. Las nubes cubrían la ciudad, pero ni el manto gris era suficiente para cubrir las casas y los edificios, la gente y los perros, ni tampoco el desánimo que rodeaba aquel espacio vacío en que circundaba aquella joven desesperada.

No había dormido la noche anterior.  Se paró en la ventana a contemplar la intensidad de la lluvia, la lentitud del tiempo, a sentir el dolor.  El cielo parecía caer si no paraban rápido aquellos chorros escandalosos. Pero volvían de nuevo, cada vez más fuertes.

Se dejó envolver en el llanto que competía con la lluvia y en el ruido de la atmósfera que espantaba sus oídos. No había lugar más lúgubre y tranquilo para sufrir minuto a minuto, en esa ventana, con la mirada que reflejaba rabia en el espejo empañado, y los ojos asaltados por el miedo.

Lloraría hasta que se agotaran sus lagrimas, o hasta que sus ojos aguantaran; o quizás hasta que pararan los chorros de lluvia, o hasta que la tierra dejara de oler a mojado.

Estaba cansada de sufrir tanto, de callar, esperar, de aguantar en silencio; de no poder moverse, ni insultar, ni culpar.  Pasaron las horas y no sucedió nada; igual que como habían pasado meses, años.

Estaba desolada y perturbada.  Al diablo con todos, decía en su cabeza en piruetas; o tal vez más lúcida que antes, cuando no se atrevía ni siquiera a llorar.  Estuvo más de seis horas contemplando la lluvia.

Un vaso de agua cerca, unas cuantas frutas arruinadas, y algunas pastillas que siempre adormecían su alma.  Prendió el televisor, pensó en su madre, en su abuela, en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

No dejó un rincón sin escarbar, un recuerdo sin levantar. Le ayudaba la lluvia que iba y volvía sin terminar. Luego escuchó su canción favorita y comenzó de nuevo a llorar.

Eran ya las cinco de la madrugada.  Recordó claramente el día en que su padre la malogró. No fue un día cualquiera, tampoco una tarde, ni siquiera una noche o un momento.  Fue por largo tiempo. En su cabeza circulaban los episodios que le habían podrido el alma; tantas veces en que perdió su aliento y su sexo. Desde entonces calló y se le escapó la mirada entre los sesos.

Seguía lloviendo y el ruido interno se hacía insoportable. No podía dormir.  La humedad de la calle mojaba la casita inhóspita en que habitaba.  Escuchó los pasos de su agresor y se arropó como si la sábana fuera una prisión de alta seguridad.  Todo giraba en su cabeza y en su estómago. Su pelo cubría sus ojos que se agitaban igual que ella; sentía un dolor intenso.

El viento soplaba en la calle, los objetos colgantes se movían, los pasos volvieron a sonar, pero esta vez no en dirección a ella.  Miró las pastillas y se tiró al suelo.  Intentó alcanzarlas, pero no podía.  Su cuerpo no reaccionaba, se había secado su llanto, no sabía si la lluvia había parado o continuaba atormentándola.

No ha sido él, no pudo ser. ¿Lo soñó? ¿Lo inventó? ¡Pero no! El recuerdo era muy fuerte, muy cierto, para seguir pretendiendo el olvido, para encubrir ese hombre que debió quererla y cuidarla, atenderla y mimarla; no malograrla.

[Dedicado a las niñas y jóvenes dominicanas que hoy sufren los efectos devastadores del incesto, muchas veces ante la indiferencia de sus familias y la sociedad que lo declara impensable, o culpa a las víctimas de su desgracia].

Enlace al periódico HOY: http://hoy.com.do/malograda/